- El presidente francés Jacques Chirac anuncia el cese definitivo de los ensayos con armas nucleares; en Estados Unidos, Madelene Albright se convierte en la primera mujer que toma las riendas de la diplomacia en el país y un par de meses más tarde se inauguran los juegos de Atlanta; en Rusia, Boris Yeltsin ordena la retirada definitiva de las tropas en Chechenia; y en España, el 3 de marzo, Jose María Aznar consigue un triunfo muy apretado en las urnas. Ahora bien, si usted le preguntase a un atlético sobre sus recuerdos de aquel año, lo primero que le diría será lo siguiente: el Doblete. Aquel 1996 fue uno de los más exitosos para la parroquia rojiblanca, que tras un año magnífico, se alzó con la Liga y con la Copa del Rey. Dieciséis años más tarde, más de un colchonero ve en el equipo del Cholo Simeone la reencarnación de aquel maravilloso Atleti. Motivos hay.
Aquel Atleti de 1996 venía de marcarse una temporada bastante mediocre, en la que pasó apuros terminando en una posición más que discreta: 14º. El club, presidido entonces por Gil, decidió fichar a un nuevo técnico, Radomir Antic, que nada más llegar solicitó dos fichajes: el de Onopko, considerando por entonces como uno de los mejores centrales en Europa, que acabó firmando por el Oviedo, y el de un serbio desconocido, un tal Milinko Pantic, que a la postre se convertiría en el mejor jugador de aquel equipo, habiendo llegado al Manzanares por unas 75 millones de pesetas, algo menos de medio millón de euros. Sin grandes estrellas, Antic logró armar un equipo compacto, sólido atrás y con un espíritu guerrero, balcánico, propio del país de origen de su entrenador. Un equipo al que le gustaba salir a la contra y en el que la cantera jugaba un papel bastante importante. La simbiosis entre afición y equipo era total. Arrasaron en Liga (87 puntos), quedando por delante de Valencia (83) y Barcelona (80). Llegaron a la final de la Copa del Rey, donde se proclamaron campeones en La Romareda derrotando al Barcelona con un solitario gol de aquel serbio que había traído Antic por cuatro pesetas, Milinko Pantic, de cabeza. Molina, Santi, Caminero, Vizcaíno, Kiko o Penev eran otros de los integrantes de aquel prolífico equipo.
Precisamente, uno de los miembros de aquella plantilla se sienta hoy en el banquillo del Calderón, y no es otro que Diego Pablo Simeone. El 'Cholo' era, probablemente, uno de los jugadores que mejor encarnaban el espíritu de aquel equipo. Lucha, pundonor, sacrificio y entrega eran sus máximos ideales. La pasada temporada cogió a un grupo sin alma, endeble, débil. En apenas un par de meses, se ganó a la afición y la confianza de los jugadores, transmitiendo a los jugadores aquellos valores que definían, en primer lugar, a él mismo, y en segundo, al Atleti del doblete. Con una plantilla bastante limitada, se alzó con la Europa League, derrotando en la final al Athletic, la gran sensación de la temporada, con un contundente 0-3. Este verano, con la incorporación de una serie de fichajes, más hombres que nombres, ha completado un grupo mucho más equilibrado y compacto que el del año pasado. Gente como Raúl García, Diego Costa o el 'Cebolla' Rodríguez han contribuido a ello. Jugadores, todos ellos, con un perfil que se adapta mucho a la filosofía Simeone. Una filosofía guerrera, batalladora, en la que no se da un balón por perdido. ¿Les suena? Sí, a mi también. A mediados de Agosto, se culminó la faena europea conquistando la Supercopa doblegando al Chelsea, realizando un partido que ya se ha catalogado como uno de los mejores de la historia colchonera.
Esta temporada, desde el club se ha marcado como objetivo primordial entrar en Champions, el único pero de la campaña pasada. La realidad es que el prometedor inicio liguero ofrece motivos para soñar e ir más allá. Y es que este equipo, si ya se parece en su conjunto a aquel Atleti del Doblete, también lo hace en los números. Aquel año, sumaba como éste, en las siete primeras jornadas, 19 puntos, tras seis victorias y un empate. Cifras, que unidas a la gran imagen ofrecida por el equipo en estos primeros partidos ligueros, hacen que la parroquia colchonera sueñe con revivir aquellos éxitos y por qué no, acabar con el bipartidismo imperante en nuestra liga. La conexión entre el equipo y la afición es total, como ocurría en aquel 1996, algo que, por cierto, hacía tiempo que no se veía en el Calderón. Las premisas del juego son prácticamente idénticas y, únicamente, cambian los nombres. Antes Molina, ahora Courtois. Geli es Juanfran. Santi, Miranda. Solozábal, Godín. Toni, Luis Filipe. Caminero y Simeone son Mario y Gabi. Vizcaíno y Pantic, Koke y Arda. Mientras que Adrián y Falcao emulan a Penev y a Kiko. El espíritu es el mismo, y sobre todo, como ocurría aquel año, prima el conjunto sobre las individualidades, circunstancia sobre la cual tanto el Cholo como sus jugadores inciden siempre: "Grupo, grupo y grupo". En 1996, la estrella era un serbio; ahora un colombiano. El paralelismo entre ambos equipos es evidente. El equipo cree. La afición cree. ¿Por qué no lograrlo? Soñar es gratis.