Suelen decirme que me lee más gente de la que yo me creo. ¿Será verdad? ¿Será por eso que se me ha convertido en una nueva ocupación diaria atender -qué menos- la cantidad de correos electrónicos recibidos sobre este o el otro artículo; correos de gente en cualquier parte del mundo, donde llegan mis columnas a donde seguro que yo mismo no llegaré nunca? Y la de veces que este diario digital ha sido el punto de partida para que desde sus páginas mis renglones alcancen a otras, como cuando publiqué mi crónica sobre el concierto de Raphael en la Cartuja y terminó divulgada por el Club de Fans Internacional del famoso cantante, en Internet, en Raphael Worldwide. Site. Y tuvieron la cortesía de citar la procedencia.
Entre los más de seis millones de visitas de este diario, ¿estará metido Rajoy?, ¿lee el presidente el Sevilla Press?, ¿se lo pasan algunos de los importantes dirigentes y cualificados cargos de su Partido que sí me consta cuento con su atención y valioso tiempo?, ¿es alguien con mucho prestigio en las Cortes?
Olviden y disculpen este momento de vanidad y, sea lo que sea, lo cierto es que si ayer vine a decir de Rajoy lo que dije sobre sus manos de cautivo, hoy me encuentro en la prensa los titulares justos para mi descrédito:
-Rajoy marca su territorio y eleva el objetivo de déficit al 5,8 %.
-Rajoy alude a la soberanía española.
Me ha trincado por la palabra clave que se quiere pasar Sarkozy por el arco del triunfo de París y la Merkel por la puerta de Brandenburgo en Berlín. Es como si don Mariano se hubiera dicho:
-Este ¿qué es lo que escribe?, ¿que yo no tengo lo que hay que tener? A este lo echa mañana Miguel Gallardo del Sevilla Press y el Juan Mellado del Chipiona Noticias. ¿Cautivo yo? Este acaba llamándome a mí del gran poder.
No se puede imaginar el señor presidente lo que a mí me gustaría equivocarme si fuera en favor del bienestar de España. Señor Rajoy: aquí en Sevilla, por algunos milagros, se llegó a fundar una cofradía. No digo yo que lleguemos a tanto si un buen gallego cumple sus promesas. Pero podría apuntarse usted -ya que estamos con la palabrita mágica- en la del soberano poder en su prendimiento. Y cuando llegue el tío de la antorcha en alto, salga usted con dos cojones del olivo, no se deje atar las manos y dése el gustazo de la chicotá por la Campana en medio de aplausos y con la gente en pie.
José María Fuertes
fuertesaguilar@hotmail.com