Algo de historia.
Avanzada la segunda mitad del siglo cuarto, en medio de las dunas de Numidia (antiguo nombre romano de la Argelia más o menos de hoy) acontece una revelación, meritoria de crédito o no. Refiere la leyenda que el joven San Agustín es iluminado por un Ángel, quien lo llama a labrar la figura de una virgen. Imagen a venerar en sus plegarias y oraciones. La talla debía ser en madera de la región y reproducir la tez negra de los nativos.
San Agustín fue ordenado sacerdote en el año 391 y en el 395 se le confiere el episcopado de Hipona (Annaba, vital puerto del oriente argelino), cargo que el Obispo desempeñaría hasta su fallecimiento en el 430. Es considerado entre los grandes padres de la Iglesia y eminente doctor en teología cristiana.(1)
A la muerte de San Agustín su discípulo, el diácono Cipriano, queda a cargo del oratorio y de la Virgen. Y transcurrido unos pocos años, ante la amenaza de profanación que representaban las hordas de Gensérico (rey de los vándalos), Cipriano decide preservar la Virgen y la lleva consigo en azaroso y precario viaje a través del mar Mediterráneo, cruza el estrecho de Hércules (Gibraltar) y estropeado, aunque a salvo milagrosamente, desembarca en las playas españolas de Cádiz −en un sitio no lejano del emplazamiento actual del Santuario de la Virgen de Regla en Chipiona−; desde entonces, por tradición todos los marinos apelan al socorro de la Virgen.
De seguido la Virgen es reverenciada durante una época en el convento que tenían los Ermitaños de San Agustín, en tierras cercanas al río Betis. Al inicio, en virtud de su procedencia, la Virgen recibe el apelativo de Virgen Líbica o Bella Africana(.2) Pero los fieles no tardan en denominarla Virgen de la Regla de San Agustín, en razón de su origen. A posteriori es oficialmente reconocida como Nuestra Señora de Regla, si bien popularmente se le llega a identificar por el patronímico de Virgen de Regla.
Contados años luego de ser rebasados seis siglos, la Bella Africana fue escondida en un pozo seco a fin de de protegerla del arribo a Andalucía de los invasores árabes; el icono de la Virgen es rescatado en 1330 y a partir de esa oportunidad se le rinde tributo en un castillo, devenido monasterio, que fue mercedado por el señor feudal de Chipiona.(3 )Allí encuentra refugio la figura original de la Virgen de Regla; desbastada en cedro, árbol habitual en el norte de África.
La virgen en Cuba Con la llegada a Cuba de la religión católica, junto con la conquista y colonización, es de esperar que los hombres de mar, en su mayoría procedentes de la ensenada de Cádiz, también legaran el culto a la Virgen de Regla.
Güaicanamar, asentamiento de indios en la rivera nordeste de la rada habanera, tras unos cien años de vida período nacido en tanto progresaba el siglo dieciséis sirve de base para la fundación en 1687 del pueblo de Nuestra Señora de Regla, comunidad portuaria que había adoptado antes por devoción a la Virgen en calidad de tutelar.
En aquella ocasión, acaso un poco más hacia la punta del mismo lugar que ocupa hoy la Parroquia de Regla; o sea, en el primitivo cayo Camaco, tierras del otrora ingenio de azúcar San Pedro de Güaicanamar; se levanta una Ermita para glorificar a la Virgen; construcción de frágil naturaleza, que fue destruida el 24 de octubre de 1692 por los embates del huracán San Rafael.(4)
Diego Avelino y Vélez, Obispo de Compostela, transita de 1685 a 1704,(5) y en su ministerio la edificación se repone con la apertura en 1793 del Santuario, modesta edificación donde se instala la efigie actual de la Virgen de Regla, figura para ser vestida, con la cara, manos, y una armazón de madera, para ser vestida.
Ya alrededor de esta coyuntura, comienzan a celebrarse los agasajos que duran todo un octavario de homenaje a la Virgen, aunque la iglesia actual se terminó entre 1811 y 1818. Recortes de prensa informan que las festividades conseguirían reunir un estimado de cien mil personas en la etapa republicana, cifra que no implicaría dudas de considerarse para el total de los ochos días de fiestas conmemorativas.
Antaño, el domingo ulterior al 8 de septiembre, la Virgen era paseada en andas por las calles más céntricas del pueblo; muchos de los acólitos solían empuñar una vela encendida; acompañaba a la imagen una paleta multicolor compuesta por creyentes, congregaciones religiosas y sociedades laicas.(6 )Aunque en raras circunstancias la procesión católica viajaba un circuito desigual, la plantilla de su recorrido hoy se puede representar venciendo la calle Martí vía principal del poblado al salir, hasta circunvalar la Plaza Güaicanamar frente al Palacio del Gobierno Municipal y venir de regreso por Máximo Gómez hacia la calle de Santuario para desembocar en las puertas de la Iglesia.
De acuerdo con los hechos históricos narrados por Gómez Luaces en Dos Palabras, Juan de Conyedo Martín, aproximándose al litoral este de la ciudad, sobrevive de puro milagro en aguas del Golfo y desde el naufragio se consagra a la Virgen como ermitaño, mientras suceden los 51 años restantes de su vida, recluyéndose en el Santuario que es erigido en 1696, fruto en buen grado de donativos y un empréstito financiero procurados por él. (7)
José María de la Torre en su libro Lo que fuimos y lo que somos o La Habana Antigua y Moderna, publicado en 1857, también hace referencia a que el limeño don Manuel Antonio, fue el fundador de la ermita y el primero que tuvo la licencia para vestir el hábito de ermitaño. Después de ser destruida por el huracán de 1692, diez años más tarde, un ermitaño asturiano nombrado Juan de Coyedo Martín, construyó una iglesia de tapia y tejas, y vivienda para el albergue de los hermanos que recogían limosnas del vecindario.(8)
Por aclamación de la ciudadanía y aprobación eclesiástica, a finales de 1714, la Virgen alcanza la advocación de Patrona de la Bahía, la dársena y pueblos costeros anexos;(9) con posterioridad, a 232 años de distancia de ese momento, se iniciaría el paseo de su imagen por el interior del puerto hasta la base de la farola del Morro. Cuando los ingleses ocupan el Santuario cuando ocurre la toma de La Habana, la imagen de la Virgen se deposita en la Iglesia del pueblo del Calvario y luego fue trasladada hacia un ingenio de Managua.(10)
El Obispo de Espada resuelve independizar el Santuario del curato de San Miguel del Padrón y, en consecuencia, el templo es transformado en Parroquia por el diocesano, corre el año 1805.(11) Más adelante un huracán azota con extrema agresividad al pueblo de Regla y provoca daños irreparables a la iglesia, que por último debe ser demolida. El 8 de septiembre de 1811 se procedió a inaugurar la reconstrucción de la Casa de Dios; pero a causa de las obras para el realce de la fachada del atrio y demás obras complementarias, no es hasta principios de 1818 que se concluye la recuperación total con el remate de la torre del campanario, durando las intervenciones hasta casi finalizada la centuria, cuando alcanza la imagen actual. El Santuario de Regla, un templo del siglo XIX Cuando se cruza en lancha la bahía de La Habana y se está arribando a Regla, la iglesia ofrece una vista donde se aprecia en escorzo su fachada principal y el cuerpo de la lateral, destacándose su volumetría por el color blanco de los muros y el rojo de la techumbre a dos aguas de la nave. La iglesia actual, sustitución de la construida en el siglo XVIII, se terminó en 1811 y los planos de la torre campanario fueron realizados por Don Pedro Abad Villareal, culminándose en 1818. Mas, no es hasta el 6 de mayo de 1885 que finaliza la nave de la iglesia y en igual fecha es rematada la bóveda que reviste el altar mayor.
Es, por tanto, una construcción totalmente decimonónica y su composición volumétrica y de fachadas corresponde a la tipología desarrollada en esta centuria en templos modestos, en su mayoría con una nave principal y una torre en el centro, que marca la simetría axial. La fachada principal la única de verdadero interés en cuanto a expresión formal, está constituida por el cuerpo bajo, de proporciones casi cuadrangulares (3:4), y se caracteriza por los códigos neoclásicos: dividida en tres cuerpos sobresale el central en forma de pórtico, de carácter neo-griego coronado por un frontón triangular que se apoya sobre un arquitrabe y un friso lisos, sobre el que corre la cornisa base del frontón o tímpano (espacio triangular circunscrito por las tres cornisas de un frontispicio). Estos componentes, junto con las columnas de orden dórico levantadas sobre una base, conforman el ámbito de entrada, con dimensiones rectangulares, donde se inscribe un arco de medio punto apoyado sobre pilastras. El cuerpo del pórtico está formado por una bóveda apoyada sobre cuatro arcos, de manera que los dos primeros, con el que funciona como entrada al templo, forman una sucesión, remarcando el sentido de profundidad y definición entre exterior e interior.
El otro elemento que destaca en la fachada es la torre campanario: un volumen cuadrangular levantado sobre una base, está horadado en cada una de sus caras por vanos con arcos de medio punto a cada uno le corresponde una campana, guarnecidos por elementos resaltados en forma de pilastras simples a los lados y semejando la clave del arco en el centro. La cúpula esférica, apoyada sobre este volumen cúbico, sostiene a su vez una linterna cubierta con un pequeña cupulilla donde se asienta una cruz de hierro.
Al entrar a la iglesia uninave se aprecia al final el altar mayor −recortado sobre la pared blanca−, donde se establece un contrapunteo entre influencias neoclásicas y algunas reminiscencias barrocas. Allí, en el centro se encuentra la imagen de la patrona de las aguas −una réplica de la Virgen de Regla, que continúa fiel a la descripción de la versión original (incluso guarda el equivalente al tamaño de las proporciones determinadas por San Agustín, El Africano), a excepción de una llave a sus pies, símbolo de la capital y de su ornamentación con siete policromos collares.
La nave se cubre con una armadura tradicional de madera de par y nudillo, mientras que el presbiterio, separado de la nave por unos escalones y baranda, está techado con una bóveda de ladrillos, decorada con 105 florones al relieve, que destacan sobre el fondo blanco. El Camarín de la Virgen se ilumina por dos lámparas de plata, que forman parte de su decorado.
Dentro del santuario pueden observarse las hornacinas en forma de vano con arco de medio punto sobre ménsulas conopiales, rodeados de una sencilla banda con molduras simples apoyados sobre ménsulas conopiales, que en un primer tramo −hacia el altar mayor de la iglesia y por el lado izquierdo− guarnecen las figuras de Santa Teresita (Santa Teresa del Niño Jesús), Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa; a esta altura se encuentra la entrada que conduce al altar consagrado a la Patrona de la bahía y a la capilla del Santísimo. Restableciendo el itinerario inicial, sobrevienen las imágenes de Santa Rita de Casia, Jesús de Nazaret y San José, que son interrumpidas por el púlpito; prosiguen, por el propio lado del recinto, San Juan Vianney (Santo Cura de Ars), San Antonio Abad y San Juan Bosco.
No escapa cierta pincelada a la acuciosa mirada de Carpentier, quien toma nota de la irónica sonrisa del cerdo de madera a la derecha de San Antonio, sujetado por una cuerda que desciende de la diestra del Santo. En razón del escritor, la reproducción del animal a todas luces personifica a un puerco criollo por lo peculiar de su afilado hocico.(12)
Justo en la cara opuesta de la espaciosa nave, reanudando la misma dirección e igual orden, se suceden las efigies de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, San Antonio de Padua, San Francisco de Asís (San Francisco), San Lázaro, Sagrado Corazón de Jesús, Santa Bárbara, Niño Jesús de Praga, Nuestra Señora de la Caridad y a la postre Nuestra Señora de las Mercedes.La modesta capilla del Santísimo, situada, como ya se mencionó, hacia el lateral izquierdo en lo que pudiera considerarse una nave lateral, está precedida del altar dedicado a la virgen como patrona de las aguas y al final un sencillo altar, ejerciendo el punto focal un cuadro que representa La última cena; tres reclinatorios y tres filas de bancas componen el espacio, cubierto con techo de madera, mucho más sencillo que el de la nave principal.
Esta capilla fue posterior al conjunto del templo; igualmente, la construcción del coro alto sobre la entrada principal corresponde a una intervención del siglo XX, así como las hornacinas que dan cabida a las imágenes religiosas, pero ninguna de estas adiciones contradicen la tipología del templo neoclásico característico del XIX habanero, difundido en los alrededores de la ciudad fundacional.
Valores: historia y simbolismo de la iglesia de Regla Este templo, desde sus inicios ha sido escenario de hechos históricos que han marcado la localidad y la han trascendido, desde los propios sucesos insertos en la leyenda popular en relación con la Virgen, los personajes que han estado vinculados al lugar y que le otorgan valor histórico, hasta el carácter mítico de la virgen como protectora de las aguas.
Entre los personales históricos presentes en el sitio, sin dudas, debe destacarse en primer lugar al sacerdote y patriota cubano Félix Varela y Morales, el hombre que nos enseño a pensar, quien en 1817 predica en la Iglesia desde un pulpito, (13) que se conserva hoy entre las hornacinas de San José y San Juan Vianney.
Relevante, en el curso del siglo veinte, el padre Moisés Arrechea e Iturralde (párroco de noviembre del año 1939 a enero de 1951), cuya ingente labor se patentiza al fundar varias instituciones en Regla, entre ellas la Acción Católica, y concibe la Procesión Marítima; que en su génesis, horas de la tarde del 8 de septiembre de 1946, desembarcó en el Muelle de Luz y fue transportada hasta la Catedral −recorrido que por La Habana no llega a cumplirse en años venideros a pesar de las aspiraciones de los devotos.(14)
Producto de las averías producidas por el flagelo esporádico de violentos huracanes −dada su ubicación−, en esa centuria la Parroquia sufre varias intervenciones constructivas. De ellas, algunas se deben al esfuerzo del padre Arrechea: reparaciones en la casa propiedad del Santuario, el muro que circunda la huerta y el comedor de la casa Rectoral , que repercuten de forma favorable en el estado constructivo del Santuario.
Para la historia del Santuario y de la comunidad fue altamente significativa la figura de Monseñor Ángel Pérez Valera (1915-2006). Desde adolescente principia su carrera eclesiástica como monaguillo del Convento de las Esclavas del Sagrado Corazón, en Luyanó. En 1942 recibe su Ordenación Sacerdotal en el Seminario San Carlos y San Ambrosio. Estrena su quehacer pastoral en Caraballo, y sucesivamente extiende sus oficios por Santa Cruz del Norte, Hershey, Tapaste, San José de Las Lajas y por último releva al Presbítero Arrechea en la Parroquia de la Iglesia de Regla. Magisterio que Pérez Valera ejerció durante casi 44 años. Hombre carismático y comprometido con su tiempo, da fe del apellido patriótico con el que su noble madre lo honró, coopera con sus hijos espirituales en la lucha que derribó a la tiranía batistiana (1952-1958).
La Cámara Municipal acordó conferirle el galardón del título Hijo Adoptivo de Regla; dignidad que le fue entregada en solemne acto, celebrado en la Iglesia Parroquial el 24 de febrero de 1957. Pérez Valera crea el boletín doctrinal Ecos del Santuario, también funda el museo parroquial; entre los años 1951 y l995 emprende intervenciones en la edificación en varias ocasiones: su voluntad logra que se acometan desde trabajos de mantenimiento y obras menores, así como otras de mayor envergadura: reparación total de la Capilla del Santísimo, reparación de la carpintería general; de las tallas y decoración del retablo del altar mayor, así como del Camarín de la Virgen. Por supuesto, cabe destacar haber promovido la y restauración de la fachada del templo y la torre. Además se construyen otras que influyen en variar la imagen del templo, como la fábrica del local del coro y las escaleras que conducen al campanario, la restitución en mármol de Carrara del comulgatorio y el suelo del Altar Mayor; y de la base de un altar dedicado a la advocación de la Virgen como Patrona de la Bahía; la habilitación de hornacinas, parte de ellas en sustitución de los altares que anteriormente estaban dispuestos en los laterales y la mesa del Sagrario, copia del autóctono en la Capilla del Seminario Pío-Latino Americano de Roma.(15)
En 1955 propone la Coronación Canónica de Nuestra Señora de Regla −coronación que se realiza el 24 de febrero de 1956 por su Eminencia Manuel Arteaga, Cardenal Arzobispo de La Habana−; gracias a su afán, el Santuario fue declarado Monumento Nacional en 1965. Finalmente hay que apuntar la publicación que realiza en 1967 −con licencia eclesiástica− de una investigación histórica en torno a la Iglesia de Regla y su Virgen, la que constituye fuente obligada para estudiosos.(16)
No puede obviarse el múltiple significado del Santuario y la Virgen. A su valor para los católicos, se suma el otorgado por las religiones de origen africano: así la Virgen de Regla y Yemayá se aúnan en su papel de protectora de las aguas como resultado del sincretismo presente en la cultura cubana. Así son muchos los que aún hoy acuden a la procesión, o al transitar sobre las aguas de la bahía lanzan algunas monedas, con la esperanza de que la virgen negra le conceda algún milagro.
Bibliografía
1 Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005. © 1993-2004 Microsoft Corporation. 2 Pbro. Pérez Valera, Ángel: Notas para la historia del Santuario de la Virgen de Regla. Con licencia eclesiástica. La Habana, 1967, p.7 3 Gómez Luaces, Eduardo: Dos palabras, Imp. Valcayo. La Habana, 1945, p. 2. 4 Pbro. Pérez Valera: Obra citada, pp. 10-14. 5 Torres-Cuevas, Eduardo: En busca de la cubanidad. Ed. Ciencias Sociales. La Habana, 2006, pp.42-62.
6 Gómez Luaces, Eduardo: Obra citada, pp. 16-18. 7 Ibidem. 8 de la Torre, José María: Lo que fuimos y lo que somos o La Habana Antigua y Moderna, Madrid, 1857. 9 Rensoli Medina, Rolando J.: La Habana. Ciudad Azul. Ed. Extramuros. La Habana, 2008, pp.154-155. 10 Pbro. Pérez Valera: Obra citada, p. 25.
11 Cosme Baños, Pedro y otros: Historia de Regla. Ciudad de La Habana, Identidad de la provincia y sus municipios, Multimedia. Publicación digital. Instituto de Historia-PCC provincia Ciudad de La Habana. La Habana, 2006, p.43.
12 Carpentier, Alejo: Regla, Ciudad Mágica, Crónica del Regreso (1940-1941). Ed. Letras Cubanas. La Habana, 2002, pp. 33-36.
13 Placa conmemorativa del 7 de septiembre de 1817; empotrada en el interior de la Iglesia, sobre la pared que corre a la izquierda de cara al Altar Mayor. 14 Pbro. Pérez Valera: Obra citada, pp. 42-44.
15 Ídem, pp. 41-42, 45-46 y 79-80. 16 Ver boletines Ecos del Santuario, Nos. 429 [1995] y 507 [2002]. Publicación mensual del Santuario Nacional de Nuestra Señora de Regla. Regla, Arquidiócesis de La Habana.
(*) Eliana Cárdenas:
La autora de este interesante artículo falleció en Madrid de un derrame cerebral el 4 de marzo de 2010 poco antes de regresar a La Habana tras haber impartido un ciclo de conferencias en las principales universidades españolas. Eliana Cárdenas ha sido la principal historiadora de la Arquitectura cubana en la segunda mitad del Siglo XX, en palabras de su profesor y compañero académico Roberto Segre. Ha sido profesora en la Universidad de La Habana y otras del extranjero. Autora además de varios libros y publicaciones.El que subscribe tuve la suerte de conocerla durante unas horas en su viaje a Chipiona(Cádiz) y actué de guía en su visita a emblemáticos lugares de la villa, como el Santuario de Regla, del que quería hacer un estudio, la parroquia o su interesante contacto con el Cronista Oficial de la Villa del que surgieron proyectos de colaboración.
El último contacto que tuve con ella fue a través del correo electrónico en el que me daba autorización para reproducir este artículo en la prensa española y del que me decía me reenviaría reformado con nuevos datos. El destino hizo que no pudiera ser. Valga esta publicación como homenaje y recuerdo.
Otras referencias :Víctima de una accidente cerebrovascular, falleció la doctora en Ciencias Técnicas Eliana Cárdenas, considerada una de las más importantes teóricas y críticas de esta especialidad en Cuba y autora de libros como José Martí: arquitectura y paisaje urbano (1988). La destacada arquitecta, también licenciada en periodismo, dirigía la revista Arquitectura y Urbanismo de la Facultad de Arquitectura; era vicepresidenta del Grupo de Trabajo para la Documentación y Conservación del Movimiento Moderno de la Arquitectura (DOCOMOMO) Cuba; miembro de ICOMOS Cuba, y profesora titular del Instituto Superior Politécnico José Antonio Echevarría.
Fuente: Opus Habana