
En días pasados el salón de actos de ADOREA se vistió de oro y pasión para acoger un acontecimiento que quedará escrito en las memorias del barrio con tinta de gloria: el I Pregón Taurino del Ateneo de Triana.
Como un clarín que despierta los sentidos, abrió el acto Doña Reyes Pérez Rico, Relación Pública de nuestro Ateneo, quien, con voz serena, elevó un Padrenuestro por el Papa Francisco, invocando bendiciones sobre la tarde que apenas despuntaba.
Después, el mayoral de nuestras ilusiones, Don Fernando Vivas, nos llevó de la mano por veredas de anécdotas y amor a la fiesta nacional, tejidas con hilos de memoria viva, como quien ofrece la mejor de sus faenas.
La presentación del pregonero corrió a cargo de Don Laudelino Pino, profesor, conferenciante, presidente de la Cátedra de Pintura, que con verbo elegante y pasión contenida puso en suerte a quien sería torero de la palabra aquella tarde: Don Carlos Valera Real, profesor y periodista radiofónico.
Y entonces, en el aire flotaban versos como banderillas de fuego. El pregón fue un río de poesía, bien estructurado, emocionado, con poemas que rindieron homenaje a la sangre y al arte, al toro y al hombre que se juega la vida en la arena. No faltaron anécdotas sabrosas que capturaron la atención de un público entregado.
El guitarrista Manolo Brenes, alma de duende y compás, acompañó los poemas, bordando en cada nota el eco de los viejos patios andaluces, mientras Tere Sánchez entonaba "A la muerte de un torero" y Paco Mariscal hacía suya la melodía de "Salamanca", como pinceladas musicales sobre el lienzo de la tarde.
Cuando la emoción aún latía fuerte en el pecho, Un afamado y conocido Barman obsequió a todos los asistentes con un cóctel sin alcohol, dedicado al mundo taurino, adornado con detalles que hablaban de toros, de arte y de vida.
Cuando la emoción aún latía fuerte en el pecho, Don Salvador Velázquez, presidente de los Barman de Andalucía, obsequió a todos los asistentes con un cóctel sin alcohol, dedicado al mundo taurino, adornado con detalles que hablaban de toros, de arte y de vida.
Y como broche de oro, nos trasladamos al Restaurante, donde el gerente de la Cocina de Aurora nos agasajó con un menú que sabía a España: fresca sangría, tortilla de patatas adornada con banderitas rojigualdas, aceitunas gordales que estallan en sabor, un salmorejo cordobés que acariciaba el alma, suculentos solomillos y postres que endulzan una noche para la historia.
El salón rebosaba de vida, de entusiasmo, de arte. Agradecimientos sentidos a nuestra presidenta de honor, Doña Reyes Robledo, al miembro de la Cátedra Empresarial Don Francisco Pérez Morón y al presidente de la Cátedra de Escultura, Don Jesús Gavira.
Triana, cuna de arte, latió más fuerte ese día. Y el Ateneo, con este primer pregón, dejó sembrada la semilla de una tradición que, como el toro bravo, crecerá indómita y luminosa.
Foto Antonio Rendón Domínguez

