
La capilla del Arzobispado de Sevilla ha sido escenario de una ceremonia profundamente simbólica que, aunque vinculada a una institución cuyas constituciones fueron aprobadas en 2002 por el entonces arzobispo Carlos Amigo Vallejo, remite a tiempos mucho más remotos: los de la Reconquista de Sevilla.
Se trata de la Orden de San Clemente y San Fernando, cuyo carisma fundacional se centra en el apoyo a los monasterios y conventos de vida contemplativa, una rica realidad eclesial muy presente en la archidiócesis hispalense.
El pasado sábado, el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, presidió la ceremonia de cruzamiento de nuevos caballeros y damas de la orden.
En su homilía, el prelado destacó la vocación evangelizadora de los nuevos miembros: “Estáis llamados a ser también Iglesia en salida”. Subrayó, además, la relevancia del compromiso con las comunidades de clausura: “¡Qué misión más actual y más necesaria! En una sociedad marcada por el ruido, la inmediatez y la apariencia, la vida contemplativa es un oasis de gracia, un testimonio profético de lo esencial”. Monseñor Saiz insistió en que el servicio a la vida contemplativa trasciende el mero acto de beneficencia: “Es un acto de fe, que significa reconocer que los valores más altos no se compran ni se venden; que lo eterno vale más que lo inmediato, y que lo invisible sostiene lo visible”.
Durante su alocución, el arzobispo también definió los rasgos espirituales que deben distinguir a los miembros de la orden: “Sois caballeros y damas del Magníficat, no de la vanagloria ni del privilegio, sino del gozo de saberse pequeños y escogidos para una misión grande: amar, servir y dar gloria a Dios con vuestra vida”.
En este sentido, recordó que “en el siglo XXI, ser caballero o dama de una orden como la vuestra no es un título que se ostenta, sino una identidad que se vive”, lo que implica, entre otras cosas, “el compromiso con los pobres y la fidelidad al Evangelio en la vida cotidiana”.
Una orden con raíces profundas La Orden de San Clemente y San Fernando tiene su sede canónica en la Iglesia del Sagrario, anexa a la Catedral de Sevilla, y su casa capitular en el histórico monasterio de Santa Paula, habitado por la comunidad jerónima. Los miembros de la orden mantienen siempre presente que “la virtud es nobleza y lo importante no es lo que somos, sino para qué servimos”.
Esta convicción se concreta en el acompañamiento a los monasterios de vida contemplativa, en la difusión de los distintos carismas monásticos, en la defensa de los más vulnerables y en el testimonio firme y valiente de la verdad del Evangelio.

