
Tiene mi hija Carmen el talle de las cañas de azúcar. Los años que nos cumplen van más rápidos que los años que cumplimos. Hace ya dieciocho años que nació una luminosa tarde del mes de abril. Vino al mundo mientras en la Feria había una algarabía de peinetas, castañuelas, faralaes y sevillanas del Pali. Un blanco algodón dulce que llegó para endulzar el mundo. Para hacerlo un poquito mejor. Tiene mi hija Carmen una belleza clásica que recuerda la de su abuela María. La de su prima Laura. La genética contra el olvido. El mundo tiene hoy una hermosa explicación. Le tomo prestados los versos a José Agustín Goytisolo en la rotunda voz de Paco Ibáñez. "Pero tú siempre acuérdate de lo que un día yo escribí pensando en ti como ahora pienso". Estas son mis modestas "Palabras para Carmen". Porque la vida fue más bella desde que llegó. Ya se hizo mayor la niña que corría en la playa detrás de las cometas azules. La niña que devoraba las inacabables historias de Harry Potter. La niña que jugaba a ser mayor hasta que ha acabado siéndolo. Hoy cumple dieciocho años la hermosa Carmela. Muchísimas felicidades. ¡Ay Carmela¡

