El domingo de Resurrección ya es el día grande que se reclamaba en la ciudad hispalense. La cofradía de Santa Marina recibió una inyección de emociones desde su salida a las 8:30 hora de la mañana cuando la cruz de guía cruzaba su templo con el nuevo horario, un éxito rotundo sin discusión alguna.
El público no dudó en aplaudir cuando los nazarenos pidieron la venía en el palquillo. Allí se encontraban, entre otros, el alcalde de la ciudad, Juan Espadas; el delegado diocesano de hermandades, Marcelino Manzano; el presidente del Consejo de Cofradías, Joaquín Sainz de la Maza; el vicepresidente de esta entidad, Antonio Piñero, y el secretario, Carlos López Bravo
Aplausos por doquier. A la cruz de guía, al primer y al segundo pasos. Bajo multitudes en casi todos su recorrido, los nazarenos blancos de la Salle. Hermoso fueron los momentos que al llegar a la plaza de la Campana se convirtieron en emocionantes.
Atrás quedaban las imágenes de aquella cofradía que entraba en lo que quedaba de carrera oficial con una hilera de personas, despuntando el día y tras una madrugada casi solitaria desde Santa Marina. Este año todo era distinto. Un cambio que acabó en triunfo.
Las campanas repicaron el toque de las doces de la mañana cuando el Señor se acercaba a los palcos. En el interior de la Santa Catedral, el Arzobispo Juan José Asenjo presidió la cofradía dando incluso palabras de aliento a los costaleros.
El inicio de la Carrera Oficial estaba a rebosar y prácticamente llena al paso de la cofradía. El nuevo plan del Consejo de dejar instalada las sillas de forma gratuita para este día había funcionado. Aplausos para los pasos con un son elegante e inmejorable al mando de Antonio Santiago.
Llegó el paso del Señor Resucitado. Luego vino el de la Virgen de la Aurora, auténtico prodigio de la orfebrería. El último palio que pasó por la Campana en una mañana jubilosa en la que numerosos sevillanos se echaron a la calle a disfrutar de las tradiciones propias del día.
Fotos Antonio Rendón Domínguez