Con el sexto novillo, de nombre Pintora, al que se le pidió la vuelta al ruedo, quedó reflejado el cómputo del juego que dieron los de Fuente Ymbro en el inicio de temporada en Las Ventas. Tan solo el percance de Pablo Aguado, que quedó inconsciente en el ruedo tras una fea voltereta en el primero, y el fallo con los aceros de Leo Valadez tiñó el triunfo de Diego Carretero que cortó la primera oreja del 2017. Al término del festejo, el mayoral saludó una ovación.
Abrió temporada un novillo negro, fuerte, con presencia, al que saludó Pablo Aguado con verónicas genuflexas. Fue de destacar la fijeza del animal que ya con el capote marcó lo que luego resultaría en una voltereta cuando, tras coger la espada y andarle, fue sorprendido cuando el novillo le hizo hilo. No hubo cornada pero sí un golpe fuerte que lo dejó inconsciente. Posteriormente recuperaría la conciencia en la enfermería y fue trasladado al hospital.
Quedó en mano a mano entonces la novillada y hubo varios novillos con posibilidades aunque lo mejor llegaría en el último, un novillo acodado y ancho de mazorca que empujó en varas y fue a más en la muleta, con recorrido y humillación. Le marcó el ritmo a Diego Carretero que firmó numerosas series muy ligadas, casi sin despegar la muleta del hocico del animal. Tras la estocada efectiva se le pidió la oreja que fue concedida y se le pidió la vuelta al ruedo al novillo.
Leo Valadez firmó dos faenas que dieron sensación de triunfo en el que era su debut en Las Ventas. Pinchó en ambos casos, esfumándose los posibles trofeos. Tuvo son la labor ante el segundo de la tarde, cuesta arriba, cornidelantero y estrecho de sienes, pero le llegó a sonar un aviso. El quinto, también serio, descabalgó al picador en el primer encuentro. Hizo un buen quite por lopecinas en el centro del ruedo y luego se acopló con la embestida al galope de Impositor, tras un inicio de rodillas en el tercio.
Las dos primeras faenas de Diego Carretero tuvieron altibajos. No humilló en exceso el tercero, fuerte y musculado, al que le instrumentó un final torero por bajo. El cuarto, estrecho de sienes y más largo de pitón, entró tres veces al caballo. Le faltó redondear la labor que comenzó con estatuarios.
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