
Creo que fue decisivo el día en que escribí una canción con ese nombre. Fue decisivo porque a partir de entonces mis padres vieron de otra manera que quisiera ser cantante y meterme en el complicado mundillo de la música.
Ella tuvo que ver en eso. Y mucho. Ella se llamaba Ana. La vi por primera vez aquel verano, en la plaza del pueblo, cuando yo tenía dieciséis años. Me quedé atónito. Estaba sola ante la fachada de la iglesia. Y yo a punto de entrar para escuchar misa. Pero se ve que antes de poner los pies en el templo ya me había encontrado un ángel. Y vaya si tenía sexo. Era una chiquilla guapísima, rubia con los ojos celestes, una preciosidad que me trajo de inmediato el recuerdo de Marisol cantando Cabriola. Me puso el corazón contento, el corazón contento lleno de alegría, desde aquel momento
Moví un mundo para hacerme con ella a mi lado, averiguando quién era, dónde vivía y si estaba sola. Conseguí que formara parte de mi vida y yo de la suya. Fue la primera vez que me enamoré y, encima, de la manera en la que se enamoraba uno en aquellos años, limpio aún de decepciones, libre de mirar a nadie con un microscopio, bajo sospecha, buscando escondites en las biografías, levantando alfombras bajo las que apresuradamente se ha ocultado lo que puede dar al traste con tu llegada.
Ana no me cabía en el pecho y se expandió por las hojas blancas de mi primera canción: Madre.
MADRE, CUÉNTAMELO TODO, LO QUE SENTISTE AQUEL DÍA QUE CONOCISTE A PAPÁ Y QUISO ENTRAR EN TU VIDA.
DEBE SER GRATO EL RECUERDO QUE AHORA LLEVAS EN EL ALMA POR VER QUE EL HOMBRE QUE HABLÓ DE AMOR TE DEMOSTRÓ SUS PALABRAS.
POR FAVOR, MADRE, CUÉNTAMELO QUE AHORA YO VIVO LA MAGIA PORQUE HE EMPEZADO A SENTIR QUERER POR UNA MUCHACHA.
YO QUIERO DARLE ESE BESO QUE SIEMPRE LE SEPA A GLORIA UN SABOR SIN FALSEDAD DÍMELO, QUE FUISTE NOVIA.
Nunca llegó a grabarse porque cuando por fin salió mi primer disco, yo ya no tenía edad de hacer esas preguntas. De todos modos, esa canción jamás hubiera llegado más lejos que cuando me la tocaba al piano José María Maldonado (si hará años que nos conocemos). Creaba instantes llenos de la misma ternura con la que Ana llenó mi vida. Así empecé a llenar papeles de palabras calientes y sinceras. Así aprendí a inmolarme en el fuego lento que encienden las grandes mujeres. Y mis padres empezaron a asumir que lo de la música iba para largo

