Victoria Blasco López hace en este artículo una reflexión sobre la nueva Ley del aborto que permite a una menor abortar sin el consentimiento de sus padres.

Esta mañana he oído en la radio que en Barcelona, tras la entrada en vigor de la nueva ley del aborto, había abortado la primera menor sin informar a sus padres. Alumna “cum laude” del adoctrinamiento irracional de este gobierno y de las enseñanzas de su presidente empeñados en que unos padres responsables “no puedan interferir en las decisiones de sus hijos”. Alumna sobresaliente en seguir las pautas del gobierno que hacen ver que el aborto es un remedio más para mantener relaciones sexuales “seguras”. Aventajada en experimentar las recomendaciones de la Consejería de Salud: “es factible vivir la sexualidad de múltiples maneras: a solas, con otra persona, con personas del mismo sexo o con personas de distinto sexo». Con buena nota en la teoría gubernamental de: “el momento de tener la primera relación sexual con penetración no está en absoluto relacionado con la edad y es cuando los dos miembros de la pareja son capaces de disfrutar y de llegar al orgasmo, tanto solos como juntos» y “víctima”, al fin y al cabo, de una moral y una educación sexual infantil y adulta impuesta por sus presuntos “cuidadores” que casualmente combina muy bien con las milmillonarias industrias del sexo. Ayer, esta niña “estrenó”un nuevo derecho: el derecho a matar a su hijo. El gobierno la ayudó a “librarse” de una “pesada carga momentánea” y la lastró con otra mucho más pesada que tendrá que acarrear durante toda su vida. En compensación a sus alumnos tan aventajados, “papá-estado” recompensará a todos nuestros jóvenes manteniéndoles a raya su colesterol por lo que va a prohibir-pasatiempo favorito de la “progresía”- que se vendan en los colegios, a partir del curso próximo, “bollos” y refrescos de cola y así, más livianos de peso, podrán portar con más “agilidad” los “otros fardos” . ¡Qué pena!