
Las obras afectan negativamente al arbolado por falta de planificación y falta inspección que permite a los contratistas actuar impunemente. El árbol está sometido a una mayor presión y cuando muere, cuesta mucho trabajo reponerlo. La mentalidad del “falso conservador público” es que “para qué lo vamos a reponer si se lo van cargar otra vez”. La mentalidad del propietario de la terraza del bar o restaurante es que “es mejor no ponerlo”; le estorba. En esos casos, hay que tener claro el criterio, de que prevalece que “el árbol es un ser vivo, que estaba antes que la terraza, que no es de quita y pon y que si fuera una farola, ni si quiera se plantearía este problema. Respeto al arbolado.

