El día del Corpus Christi- Cuerpo de Cristo, es una de las fiestas cristianas más tardíamente establecida en la Edad Media europea, para ser conmemorada el octavo jueves después del Jueves Santo. Aunque en España desde hace escasos años la solemnidad litúrgica se ha trasladado al domingo, Sevilla sigue conservando el Jueves de Corpus como unos del antiguo refranes “Tres jueves hay en el año que reluce más que el sol; Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión”.
Lieja fue la primera ciudad en celebrar el Corpus, desde el año 1246.
En España se expandió la celebración del Santísimo Sacramento en los años comprendido entre 1314 y 1315.
Centrándonos en Sevilla, tenemos que remontarnos a principio del siglo XV, debió ser sobre 1400 cuando empieza a celebrarse esta fiesta en Sevilla, aunque la documentación conocida sobre este acto es de 1426. Ya en el siglo XV,la fiesta del Corpus Christi en Sevilla era modelo de fiesta de exaltación y de prestigio, que en toda la archidiócesis se procuraba imitar. El centro lo ocupaba, como es natural, el Cuerpo de Cristo, contenido en un arca, llevada sobre andas, como el arca de la alianza, que luego en 1587, es sustituida por la custodia procesional que todos conocemos.
Seis siglos han pasado desde que el jueves posterior a la festividad de la Santísima Trinidad se señala en rojo en el calendario de la historia viva de Sevilla. 600 años alabando a Jesús Sacramentado por las calles hispalense con todo el esplendor que merece Su Divina Majestad.
Sevilla madrugó en su justa medida para recibir al Santísimo Sacramento del altar en una procesión que sigue en su proceso de extensión. Casi dos horas y cuarenta y cinco minutos de paso de un cortejo con más de 4.000 participante y tediosa por momentos. Aunque bendito tiene la Iglesia si es que lo fuera la multitudinaria participación.
Finalmente la fiesta se ha ido cargando cada vez más de un espíritu estrictamente religioso, que es el que vemos en la actualidad y continúa siendo una de las funciones del año en la que los fieles asisten en mayor número en un clima impresionante de respeto y de fe.
Fotos Antonio Rendón Domínguez