Uno de los aspectos más problemáticos de la trama verde urbana es el arbolado viario. El arbol es un elemento extraño en la ciudad y requiere de un tratamiento digno y adecuado que le permita cumplir su función ambiental básica que no es otra que la de producir oxígeno para permitir a los ciudadanos respirar cada día. Además de ésta función básica hay otras funciones destacadas como son: el control de la erosión, el confort climático, mediante la producción de sombra, tan necesaria en nuestro clima y una función más que es la puramente ornamental y estética. Hay especies vegetales como la Jacaranda que por su esplendorosa floración se han convertido en una referencia de color asociada a una determinada época del año. Esto ocurre en Buenos Aires y en Sevilla, ciudades que reciben al viajero con una esplendora floración lila. Esta especie ha sido la víctima en esta ocasión.
El azahar del Naranjo y la fragancia del Jazmín hacen que los rincones de Sevilla se conviertan en recuerdos inolvidables en los paseantes que en primavera gustan de callejear por esa Sevilla universal y eterna.
El árbol que está en un parque, se encuentra en un medio favorable para su desarrollo en el que sus mayores enemigos se limitan a la contaminación atmósferica que nos afecta igualmente a todos los ciudadanos y el vandalismo.
Con el boom de la construcción estamos asistiendo a un fenómeno que no es nuevo pero que está alcanzando niveles preocupantes que son los daños producidos por empresas constructoras en el arbolado viario existente.
Estamos asistiendo a un ataque indiscriminado por parte de algunas empresas constructoras que realizan obras en la vía pública y que no tienen el menor respeto y consideración hacia este ser vivo tan cercano al ciudadano.